A veces leo las revistas y me causan dolor sus imágenes,
niños en una carretera, cuales cadáveres, mujeres en
visto, vendiendo su templo sagrado, puntos de horror,
cacería de seres vivos,
la muerte es un trofeo inhóspito y absurdo.
¿Cómo un champú vale más que tu existencia?...
Nada es gratis en la vida, ni soñar siquiera.
Todo lo que tenemos es prestado, hasta el modo de caminar,
hasta nuestros subconscientes, cuando hay puntos blancos
sobre la madera de la mesa,
adornando sus líneas y trazos
frente a mí para darme un respiro, y así ver la belleza,
detrás de la espalda del hombre y el óxido sobre tu sábana.
Pensaba dibujar un rato y terminé deletreando,
de repente,
mi gato cruza el umbral de la sala, y desaparece.
Es como si no dejase de quererte, porque tengo ganas de ti.
Eso es natural, es la percepción de un consumidor,
tomar lo que desea para sí, a un costo cualquiera.
La pantalla de la tele se proyecta a lo lejos, en tú piel,
pareciera que te molestas dormido, saltas y das vueltas en la cama
sigilosa, ella es la que te arropa y no te deja vivir azulete.
Tú crees que la virgen te protege, roja carmesí, creo que termina
por decirte cosas al oído, ya que te conmueven muchas cosas intermitentes
y latentes de explosión.
Una bufanda verde cuelga de la silla de mimbre,
tiene todos los tonos de tus ojos, pero amarilla quisiera ser, y no se conforma
con lo que es.
La gaveta superior quedó abierta desde ayer, no esconde nada,
sólo el secador de cabello y otros objetos. Las puertas están pintadas color grama, salgo y entro por el pasto de Dios sin pensarlo, respetando su abundancia y amor infinito...